“Me condenaron por una causa armada: la verdad que la justicia no quiso ver” Por José Antonio Cácere
Mi nombre es José Antonio Cácere, soy trabajador policial de la ciudad de La Plata y hace más de seis años estoy preso, cumpliendo una condena a prisión perpetua por un hecho del que soy completamente inocente.
El 22 de octubre de 2011, en cumplimiento de una orden judicial, realizamos un procedimiento en jurisdicción de Berisso Tercera, donde se produjo la detención de Ariel Canisso.
Al día siguiente, lamentablemente, Canisso falleció mientras estaba alojado en la Comisaría Berisso Cuarta.
Desde entonces, se intentó instalar una versión totalmente falsa: que había muerto como consecuencia de una golpiza.
Sin embargo, los hechos científicos, las declaraciones testimoniales y las pruebas oficiales demuestran todo lo contrario.
La autopsia oficial, realizada por los peritos de la Asesoría Pericial de La Plata —Dra. Andrea Sánchez, Dr. Juan José Granillo Fernández, Bqca. Irma Valentina Garrote y Dr. A. García Olivera—, fue clara y concluyente:
No existían golpes, lesiones ni signos de violencia.
La causa de muerte fue un edema agudo de pulmón producto de una cardiopatía preexistente, agravada por el consumo de cocaína y diazepam.
Los estudios toxicológicos e histopatológicos confirmaron la presencia de estas sustancias y la ausencia total de trauma físico.
Incluso la fotografía de su legajo muestra que Canisso ingresó sin marcas visibles en el cuerpo.
Fue revisado por el médico policial de guardia, quien no advirtió lesiones, y recibido por el oficial de servicio, que cumplió con el protocolo: si un detenido llega golpeado, no puede ser alojado y debe ser trasladado a un hospital zonal.
Eso no ocurrió, porque no había lesiones que justificaran atención médica.
Durante su estadía en la comisaría, el propio detenido Helguera, quien compartió celda con Canisso, declaró que jamás observó que estuviera golpeado, ni que pidiera asistencia médica.
Dijo además que Canisso hablaba, cantaba y silbaba con normalidad.
Si realmente hubiera tenido el golpe que el perito de parte Omar Ledesma describe en su informe fotográfico, ¿habría podido hablar, silbar, comer o beber?
Esa sola pregunta alcanza para entender la falsedad de la pericia que usaron para condenarme.
A pesar de estas pruebas científicas, el Tribunal Oral en lo Criminal N.º 1 de La Plata, integrado por Cecilia Sanucci, Hernán Decastelli y Silvia Hoerr, me condenó por mayoría.
La jueza Hoerr votó en disidencia, dejando constancia de que no había pruebas suficientes para condenarme.
Luego, la Casación Penal Bonaerense absolvió a dos de mis compañeros, Percuoco y De La Canal, pero, de manera contradictoria, mantuvo mi condena y la de Ernesto Conti.
Mi abogado, el Dr. Fabián Améndola, del estudio jurídico Fernando Burlando & Asociados, trabaja actualmente para que esta injusticia se revierta y que mi caso sea revisado como corresponde.
Hoy mi expediente se encuentra en la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJ 001980/2023-00, Secretaría N.º 3).
Espero que esta vez la justicia escuche, lea las pruebas y mire la verdad sin prejuicios.
Llevo más de seis años preso por una causa armada y una condena errónea.
Mientras tanto, mi familia sigue sufriendo las consecuencias de un error judicial que destruyó nuestras vidas.
Sigo firme, con fe y esperanza, porque sé que tarde o temprano la verdad saldrá a la luz.
Soy inocente.
No maté a nadie.
Cumplí con mi deber.
Y merezco recuperar mi libertad.