1 de noviembre de 2024
“La próxima boleta es la tuya”: la macabra advertencia al comisario Alberto Villar, asesinado hace 50 años en un atentado terrorista

En 1974 mataron al jefe de la Policía Federal y a su esposa con una bomba que hicieron estallar mientras navegaban por el Tigre. Relacionado a la Triple A y especialista en la represión de manifestaciones, era blanco de las organizaciones terroristas, que siempre lo habían tenido en la mira

Para entonces Villar, 57 años, era uno de los personajes más odiados de la guerrilla, y hacía tiempo lo tenían en la mira. Era algo así como el enemigo público número 1, y antecedentes no le faltaban. Sus horas estaban contadas y él lo presentía.
Había nacido en la ciudad de Buenos Aires el 20 de julio de 1923. A lo largo de su carrera policial, estuvo en el Cuerpo de Infantería, en la custodia presidencial y en la División de Investigación. Cuando en 1961 ascendió a subcomisario volvió al cuerpo de Infantería y a Seguridad Personal, donde en 1965 ascendió a comisario. Fue jefe de la comisaría 12°, luego ocupó la jefatura de la Dirección de Tránsito.En 1968 fue a hacer un curso a Panamá sobre tácticas antisubversivas y visitó México, donde se desarrollarían los juegos olímpicos. Allí, jefes policiales le mostraron las medidas que habían tomado para controlar manifestaciones populares. En 1970 había armado la Brigada Antisubversiva, cuyos integrantes se distinguían por sus cascos azules y fue funcional para el poder de turno para combatir a los movimientos de izquierda. En agosto de 1972 asaltó la sede del Partido Justicialista para apoderarse de tres cuerpos fusilados en Trelew en agosto y evitar que se conociese que Ana María Villarreal de Santucho estaba embarazada.También estuvo al frente de la represión del llamado Vivorazo, llamado así porque el interventor José Camilo Uriburu había expresado que “cortaré la víbora comunista que anida en Córdoba de un solo tajo”. Hubo enfrentamientos entre grupos de izquierda y la intervención militar en Córdoba durante 1971 por despidos de trabajadores y delegados gremiales, y fueron semanas de convulsiones en una provincia que dos años antes había vivido el Cordobazo.Antes de implementar el Operativo Independencia, el gobierno envió a Tucumán brigadas policiales al mando de Villar, cuando el ERP comenzaba a hacerse notar en esa provincia. El comisario llegó a internarse con 150 hombres en el monte, y descubrió dos campamentos a los que atacó con helicópteros de Ejército.
Días después, en un enfrentamiento ocurrido el 16 de septiembre el cabo de la policía Eudoro Ibarra mató a Ramón Rosa Jiménez y a los cuatro días Ibarra fue asesinado por los terroristas, quienes bautizaron a la Compañía de Monte con el nombre de su compañero caído.Estaba relacionado a la Triple A, una organización parapolicial estatal prohijada en el gobierno peronista de 1973, responsable de centenares de asesinatos y atentados, y dirigida por José López Rega, ministro de Bienestar Social, que hacía años no se separaba ni un minuto de Perón ni de su esposa María Estela Martínez. Dentro de esa organización habría integrado un grupo que se hacía llamar “los centuriones”.
El 24 de enero de 1974 fue llamado a una reunión con Perón, que se hizo en la residencia de Gaspar Campos, en la localidad de Vicente López. Allí el presidente le otorgó carta blanca para combatir a la izquierda. Le reclamó que pusiese orden.Semanas antes del acto del día del trabajador de 1974, los reclamos a Perón de la juventud peronista de que apartase del gobierno a los que reprimían a los “militantes populares” no había surtido efecto, y ante denuncias de que muchos habían sido torturados por la policía, el presidente salió a ratificar su confianza en los comisarios Villar y Luis Margaride. Villar no se lo haría fácil a grupos de militantes que pretendían acceder a la plaza armando retenes en los ingresos a la ciudad, en ese acto en que Perón echaría a los montoneros.
El dato donde permanecía amarrada el crucero “Marina” de ocho metros de eslora lo habían pasado trabajadores de un astillero. Según relatarían los propios montoneros, intervinieron los pelotones de combate “Chaves-Pierini”, “17 de Octubre” y “Julio Troxler”. Se descartó un ataque con granadas y bazookas porque sería complicado por la numerosa custodia que siempre lo rodeaba.A la mañana, se ocultaron en una arboleda cercana, esperando la llegada de Villar, pero no fue. Temerosos que los explosivos se echasen a perder al estar en el agua durante una semana, días después los retiraron y colocaron nuevos.
Partieron pasadas las diez y media. A las once menos cuarto, a unos 150 metros de la costa, con Villar en el timón y su esposa saludando a los que quedaban en tierra, la embarcación voló por los aires. Una lluvia de restos cayó por todos lados y el barco quedó destrozado. En el lugar quedó una suerte de aro de fuego.
Los pedazos de barco aún no habían caído a tierra cuando los dos montoneros habían escapado en una moto.Fue Montoneros quien se atribuyó el hecho. Dejó comunicados ocultos detrás de espejos en bares sobre la avenida de Mayo. Aseguró que Villar estaba relacionado al asesinato, la represión y la tortura de aquellos que buscaban la liberación de la patria y del pueblo, y que además había sido jefe de policía cuando Arturo Mor Roig fue ministro del Interior (fue asesinado por Montoneros el 14 de julio de 1974). “A Mor Roig no lo salvó el tiempo transcurrido desde que dejó sus funciones, así como a Villar no lo salvó la aparatosa custodia que lo rodeaba. Lo mismo ha de ocurrirle a sus cómplices”, se señaló. “Los montoneros, con este hecho, no hemos hecho sino confirmar la decisión asumida por nuestra organización frente al pueblo, llevar con firmeza las banderas históricas de nuestro movimiento peronista”.
La escalada de violencia parecía no tener fin.