El viernes 13 de Diciembre fue   un día para reflexionar y honrar a quienes visten el uniforme policial, desde el último Oficial de Policía hasta el propio Jefe de la Institución. Esta fecha no solo celebra su labor, sino que también nos invita a reconocer los sacrificios que realizanpor la sociedad. Como ex comisario y liceísta de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, quiero compartir mi experiencia y destacar los valores que hacen grande a esta fuerza.

Anécdota personal: El comienzo de un camino

En 1990, ingresé al Liceo Policial junto a mi madre, Doña Julia Mirta Guevara, quien fue mi mayor sostén. Mi promoción, la XXVIII, conocida como "La Covacha", me marcó profundamente. En ese entonces, el Comisario Hugo Omar Jori, nuestro director, nos inculcó principios fundamentales: amor, honor, lealtad, solidaridad y compañerismo.
El camino no fue fácil. Más duro que soportar la presión de los oficiales era enfrentarse a la exigencia de nuestros propios compañeros cadetes superiores. Sin  embargo, cada desafío fortalecía mi espíritu. Aprendí que ser policía no es solo un
trabajo, sino un deber, un llamado al servicio que pocos comprenden.

Reflexión sobre la vocación policial

El verdadero policía siente orgullo por su uniforme y entiende que su misión es proteger a la comunidad. Arriesgamos nuestras vidas por nuestros vecinos, por los trabajadores que salen temprano y vuelven tarde, por las amas de casa, los comerciantes, los ancianos y los niños.
Sin embargo, ser policía también implica sacrificios: perder momentos con nuestras familias, perder funerales y celebraciones, e incluso, en algunos casos, perder la vida. Estos sacrificios no tienen precio, y la sociedad debe reconocer la entrega de
cada uniformado que trabaja día a día para garantizar la seguridad de todos.

El policía como parte de la sociedad

El policía no es ajeno a la sociedad; es uno más, un trabajador que cada día sale a cumplir con su deber, con el mismo esfuerzo y compromiso que cualquier vecino. Es el que saluda en la esquina, el que escucha y ayuda, el que pone su vida al servicio
de la comunidad. Cuando entendemos que el policía es parte de nosotros, un igual que comparte nuestras luchas y esperanzas, nace el respeto mutuo y una sociedad más fuerte.

Críticas y desafíos actuales

La Policía, como institución, no está exenta de errores. Algunos uniformados han manchado su prestigio, utilizando el poder para delinquir. Pero no debemos permitir que estos pocos empañen la labor de los miles de policías que, con honor y entrega,
trabajan incansablemente por el bien común. A la plana mayor y a los oficiales en posiciones de liderazgo, les hago un llamado:
reflexionen sobre sus acciones. Ser policía no es una vía para hacerse rico; es una vocación de servicio. Si alguien no siente orgullo por portar el uniforme, es mejor que busque otro camino. Necesitamos líderes íntegros que cuiden de sus equipos y velen por el bienestar de la institución.