19 de marzo de 2025
Una Argentina solidaria o podrida por dentro:

CAMBIOS CLIMÁTICOS VIOLENTOS QUE ATENTAN CONTRA LA HUMANIDAD. NOTA, gentileza del Dr. "Maximiliano Esteban Ibarra Guevara".
Leemos tantas cosas sorprendentes, historias asombrosas, o al menos así parecen, que hablan de organizaciones atentando contra la propia humanidad.
¿Es posible que la maldad, la codicia y la ambición hayan llegado al extremo de alterar el clima, jugar a ser Dios y condenar a millones de personas a desastres naturales devastadores?.Bahía Blanca ha sido testigo de un desastre climático sin precedentes. Vientos de más de 140 km/h, estructuras desplomadas, árboles arrancados de raíz como si fueran de papel, barrios enteros destrozados, familias enteras sin hogar. Hasta ahora, 16 muertos, 2 hermanitas desaparecidas y varios heridos fue el saldo del trágico temporal. No son cifras, son vidas. Son padres, hijos, abuelos, hermanos que hace apenas unos días estaban con sus familias, planeando su futuro, soñando. Hoy, sus seres queridos lloran su ausencia, mientras otros tratan de reconstruir lo que quedó de sus casas con las manos desnudas.
¿Cuántas tragedias más necesitamos para despertar?.
Cada vez que enfrentamos un desastre natural, una crisis económica, un nuevo saqueo a nuestra dignidad, algo peor sucede para borrar la memoria, para hacer que lo anterior parezca insignificante. Nos acostumbramos al dolor, nos anestesiamos ante la tragedia, como si viviéramos en un país condenado a la eterna resignación. Pero lo que Bahía Blanca vivió no es normal. Lo que Argentina sufre todos los días tampoco lo es. BAHÍA BLANCA: EL PRINCIPIO O EL FINAL DE LOS TIEMPOS.
La tormenta que golpeó a nuestros hermanos de Bahía Blanca no fue solo una desgracia climática; fue un recordatorio brutal de que el desastre ya está aquí y vino para quedarse. Los científicos han advertido que el cambio climático traerá fenómenos meteorológicos extremos, y lo estamos viendo con nuestros propios ojos. Pero más allá del fenómeno natural, lo que duele es otra tormenta, una más silenciosa pero igual de destructiva: la de la indiferencia, la corrupción y el oportunismo.
Porque cuando el pueblo argentino se une ante el desastre, cuando la solidaridad emerge con una fuerza arrolladora, siempre están los buitres esperando para hacer negocio con la miseria ajena. Políticos viajando cientos de kilómetros no para ayudar, sino para sacarse fotos entre los escombros. Empresas y funcionarios que ven en la reconstrucción una oportunidad de enriquecerse. Medios de comunicación que juegan con la tragedia, usando el dolor como espectáculo para aumentar su rating.
Y mientras tanto, las víctimas siguen ahí, sin respuestas, sin ayuda real, sin esperanza.
● Más de 1.500 viviendas dañadas.
● Cortes de luz y agua que afectan a miles de familias.
● Niños durmiendo en el suelo porque sus casas ya no existen.
Pero eso no es noticia para los que gobiernan. Porque si Bahía Blanca no estuviera en los medios, si no fuera políticamente rentable, sería una tragedia olvidada como tantas otras. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que jueguen con nuestra vida?.
ARGENTINA: UNA TIERRA SAQUEADA POR SUS PROPIOS LÍDERES.
Hace décadas que Argentina es víctima de sus propios gobernantes. Cada tragedia, cada crisis, cada momento de desesperación se transforma en un escenario para la política sucia, el robo descarado y el saqueo sin escrúpulos. No hay límites. No los hay para robar, no los hay para mentir, no los hay para hundirnos más en la miseria.
Nos han defraudado tantas veces que ya casi no nos sorprende. Pero eso no significa que debamos aceptarlo. Cada peso que no llega a los damnificados, cada insumo que no se entrega, cada maniobra política que usa el dolor como trampolín, es una traición directa al pueblo argentino.
Porque el problema no es solo Bahía Blanca. El problema es un sistema corrupto que nos condena a vivir siempre al borde del abismo.
● ¿Cuántos barrios del Conurbano bonaerense tienen cloacas rebalsadas mientras los funcionarios disfrutan de casas de lujo?.
● ¿Cuántos hospitales están colapsados mientras los políticos se aumentan el sueldo?.
● ¿Cuántos ancianos mueren de hambre con jubilaciones de miseria mientras se fugan millones de dólares en negociados?.
La tragedia de Bahía Blanca es un espejo de lo que somos como país. Y lo que vemos en ese espejo duele.
EL VERDADERO LEGADO QUE NECESITAMOS DEJAR.
Nos dicen que la Argentina es una tierra de oportunidades, de talento, de recursos inagotables. Y lo es. Pero lo que nos falta no es riqueza, sino honestidad y valores.
Si algo nos enseña esta tragedia es que la solidaridad sigue viva en el pueblo argentino. Gente común, sin cargos políticos, sin cámaras, sin interés de figurar, está hoy ayudando a los damnificados, compartiendo lo poco que tienen, dándoles techo y comida a los que lo perdieron todo.
Ellos son el verdadero corazón de la Argentina. No los que roban, no los que negocian con el dolor, no los que usan la tragedia como un trampolín electoral.
Es nuestra responsabilidad como sociedad desenmascarar a los impostores, a los farsantes, a los que llevan décadas vendiendo humo mientras destruyen nuestro futuro. Si queremos un país mejor, no podemos seguir votando a quienes nos han llevado a esta miseria. No podemos seguir creyendo en promesas vacías. No podemos seguir permitiendo que se nos rían en la cara.
Hoy Bahía Blanca llora a sus muertos. Llora su ciudad destruida. Pero también es un llamado de alerta para todos nosotros. Porque lo que pasó ahí, puede pasar mañana en cualquier otra ciudad. Porque la próxima vez, puede ser tu barrio, tu casa, tu familia.
El momento de actuar es ahora. Mañana es tarde.
¡QUE ARGENTINA NO SE VENDA!, ¡QUE ARGENTINA NO SE RINDA!.
Repito estas palabras con fuerza: Buenos Aires necesita volver a ser un lugar seguro para vivir. Argentina necesita recuperar su dignidad. No somos una colonia, no somos mercancía, no somos peones en el juego de los corruptos.
Si hay algo que nos hace argentinos de verdad no es gritar un gol, sino levantar a nuestro país cuando otros lo quieren ver en el suelo. El pueblo argentino es fuerte. Nos han golpeado, nos han traicionado, pero seguimos de pie. Y mientras haya argentinos dispuestos a luchar por su país, la esperanza sigue viva.
¡Viva la Argentina, carajo!!!.