29 de agosto de 2021
Una trágica ruleta tramposa

El policía desde el momento en que pone un pie en la calle y sale a cumplir con su deber, sabe que está apostando su vida en una trágica ruleta tramposa.
Ya que si se ve obligado a abatir un delincuente y tiene la suerte sobrevivir; seguramente terminara preso y condenado; con su vida convertida en un infierno entre rejas y sórdidas mazmorras, allí deberá acostumbrarse a vivir en una oscuridad que lacera el alma, viendo desde la impotencia y la desesperación, como su familia diezmada por el dolor comienza un largo peregrinar por los juzgados sin ser escuchados jamás, a la vez que abogados buitres hasta la casa les hacen sacrificar para cobrar sus elevadísimos honorarios y también porque no decirlo a merced grupos de individuos que invocando falsamente los Derechos Humanos presionan a los jueces para hacerlos condenar, impulsados por el odio e ideologías foráneas en algunos de los casos y en otros solamente el beneficio económico.
Es así que ese funcionario que brinda su vida por un misérrimo sueldo para proteger la sociedad, ante el enfrentamiento armado se ve en la encrucijada de no saber es mejor porque si sobrevive, lo más seguro es que lo esperen 35 años de su vida encerrado dentro de un lugar no más grande que un baño, todo gracias a una justicia que no es justicia, manejada por funcionarios corrompidos y en otros casos a órdenes de los primeros.
Como resultado de todo esto, nosotros los ciudadanos nos invade la impotencia y la incertidumbre ante una desprotección cada día más violenta, por culpa de una justicia con una parcial interpretación de las leyes, dónde la víctima parece ser ese delincuente que eligió dañar a su prójimo, sin ningún tipo de miramientos y mucho menos respeto por la vida, con jueces timoratos que ceden a la corrupción que siempre les impone y con fallos que son poco menos que una sentencia de muerte para quienes los sufren.
El ciudadano de bien, ese que pone el hombro en sacar el país adelante y esos policías que cada día arriesgan sus vidas a pesar de saber que en cualquier momento pueden terminar su vida dentro de una prisión, no se merecen el desconocimiento irrespetuoso por parte de quienes tienen la obligación de preservar con sus decisiones a quienes los eligieron para llevar adelante los destinos del pueblo.