Martes 22 de Abril de 2025

SOCIEDAD

9 de diciembre de 2023

ME DIJERON. ME CONTARON

Este relato habla de Policias y Penitenciarios presos, por causas armadas.

El 5 de abril de 2008 llega a la Prisión Regional del Sur (ex Unidad 9) de Neuquén, proveniente del Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza, el Interno Argentino Peloso Iturri. De manera irregular, el interno fue trasladado en malas condiciones de salud, ya que el 30 de marzo había sido herido en una pelea con otros presos. El estado de salud del interno quedó registrado en el Acta de Registro de la unidad receptora. Los agentes que recibieron al interno no fueron los mismos que finalmente fueron condenados. En el juicio, se denunció torturas como la “Bienvenida” y la “Bomba de agua”. La misma consiste en utilizar la manguera de la boca hidrante para aplicarle un chorro de agua fría al cuerpo del interno. Esto se utilizaba como método para borrar marcas en el cuerpo. En 2007, el juez federal de Neuquén, Dr. Labatte, dispuso que se le coloque un precinto a la bomba. Peloso Iturri sufre un evento de excitación psicomotriz. Luego de todas las maniobras realizadas por los médicos para preservar la vida del interno, este entra en un paro cardiorespiratorio y es llevado al Hospital Provincial Neuquén “Doctor Eduardo Castro Rendón”, donde fallece a los 40 minutos. El Cuerpo Médico Forense de Neuquén se hizo cargo de la autopsia y se perdieron las placas radiográficas por no permitir ser custodiadas como corresponde. De esta manera, se perdieron pruebas fundamentales para demostrar que no existió tortura. La Dra. Mariela Kugler, quien vio el cuerpo, diagnosticó cardiomeglia, congestión hepática y congestión cerebral, insuficiencia cardíaca. Muerte súbita no traumática. El Dr. Losada, por su parte, detectó lesiones hepáticas compatibles con consumo de sustancias En el 2008 quedaron erradicadas esas prácticas y la Procuración Penitenciaria de La Nación publicó el libro “Cuerpos Castigados: malos tratos físicos y torturas en cárceles federales”. Durante el juicio, los internos interrogados declararon con términos como “Me dijeron”, “Me contaron”; dejando en claro que no fueron testigos del supuesto castigo. En cuanto a las declaraciones de los agentes, fueron descartadas y consideradas falaces. Cabe destacar, además, que se prohibió presentar un Perito de Parte. Los medios de comunicación, con el amarillismo instalado hace años en su mayoría, se dedicaron a condenar a los agentes antes del proceso judicial. Pese a las anomalías en la causa, los agentes penitenciarios fueron injustamente condenados, ya que no existían pruebas concretas para dicho veredicto. Los agentes están detenidos en la Colonia Penal de General Roca y sus familiares luchan por que la condena se revise para que los penitenciarios tengan justicia.

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